VIII. Los Vinniguenda

Vinniguenda significa “hombre-de-ser” y re­pre­sen­ta en la mentalidad zapoteca el hombre-ideal, el tipo verdadero y legítimo, esto es, el hijo entrañable de la “Parturienta”.

¿Quiénes son los Vinniguenda?

¿Por ventura son los espíritus cobardes y menguados que llevan a cuestas los pies? ¿Acaso los que vegetan pegados a la tierra que no reconocen otros valores que los de los sentidos? ¿Quizás los soberbios y or­gu­llo­sos pagados de sí mismos?

No, lejos de nosotros semejante engendro de es­pí­ri­tus: hijos estériles que vagan sin norte y sin rumbo en el extravío y demencia de los espíritus, y sa­cu­di­dos frenéticamente en una danza loca y macabra son presas en el torbellino de la muerte y la desolación.

No, los “Vinniguenda” no son esos; son otros:

Son aquéllos a cuyo conjuro todo se concierta.

Son aquéllos que, una vez amamantados por la no­dri­za y parturienta de todas las cosas, se aventuran audaces por la tupida y siniestra selva, virgen de toda huella. Se reconocen en que imprimen en su andar el característico trote de los tamemes: al avanzar su paso es firme, y recto su juicio; es porque son ta­me­mes portadores de lógos (vinniroa-didcha), cuyo paso da seguridad y aplomo a sus pies y justo equilibrio a la mente, de modo que no pueden tropezar ni des­viar­se de su meta, pues el lógos o verbo que soportan es brújula que orienta la vida, y compás que marca el ritmo auténtico de los verdaderos espíritus. El hom­bre en condición tan envidiable, se mueve libre, es­pon­tá­nea­men­te, siguiendo el ímpetu del amor, y abra­sa­do de febril y ardiente en­tu­sias­mo, se des­bor­da en incontenibles actos que reiteran y acrisolan su virtud o dignidad.

Los Vinniguenda son los dechados y paradigmas, fru­tos no de odios o envidias sino del amor: porque fueron concebidos por la “Gran Par­tu­rien­ta” a la sombra de guelagueza.


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