IV. El principio ontológico

El sentido de la lengua zapoteca es, a la luz de la semántica, un sentido ontológico. En todas las relaciones, predicaciones o atri­bu­la­ciones que hace el zapoteca, se halla siempre supuesto de modo implícito o explícito, tácito o expreso, el ser: como con­cep­to básico-fundamental al cual hacen referencia todas las cosas como sus especies, formas o aspectos. En efecto. Conforme al pensamiento zapoteca las cosas son especies, formas o aspectos del ser. Consecuentemente para decir “una cosa“ dicen “una es­pe­cie, forma o aspecto”, generalmente no hacen alusión expresa al ser, lo sobreentienden, para decir “dos cosas“ dicen: “dos es­pe­cies”, “muchas cosas“ “muchas especies”, etc. El ser es el lazo co­mún y más trascendental.

Juán de Córdova, ilustre fraile dominico, al referirse en su “Arte en Lengua Zapoteca” al vocablo que expresa este concepto, dice textualmente: “este guenda (o sea el ser) tiene tanta fuerza que dondequiera que se ayunta lleva tras de sí todos los significados y todo lo trae al retortero”.

Que esto es así, lo constata o corrobora cualquier bípedo im­plu­me que sepa el zapoteco. Por todas partes nos asalta, Lo tenemos hasta en la sopa. No es verbo sino mero sustantivo que va solo o ayuntado como sufijo, infijo o prefijo. Es el núcleo alrededor del cual gira todo. Es el término metafísico por excelencia. Ante­pues­to a un término concreto, lo vuelve abstracto: hro comer, guendahro la comida; nachahui bueno, guendanachahui la bondad, etc. Más aún. Sin cambiar el sentido del contexto, arrebata el significado específico de otos términos. Tal es su talla y su poder. Y tal es su peso y gravidez que pare dondequiera.

¿Pare?

Sí, “guenda” es madre, guenda es “la gran parturienta de todas las cosas”, gola gozaana guizaba lu.

¿Madre? ¿Gozaana? ¿Qué resorte mágico movió a los zapotecas a definir así al principio? ¿Por qué se prefirió al término técnico, apropiado al caso, un término familiar siendo, como es y ha sido, la lengua pródiga en vocablos de toda índole?

La razón creemos encontrarla en el ambiente en que vivieron rodeados los zapotecas o vinniguláza. Fué el medio ambiente el que los indujo a llamar “gozaana” o parturienta al principio: el trópico, ardiente, lujurioso, en febril palpitación; el pulular de los seres en la selva exhuberante; la furia de los elementos temible e implacable desatada en fieros nubarrones espesos y amenazantes que se abaten en medio de la centella y del retumbar estrepitoso del trueno; el desbordamiento impetuoso de los ríos; las ma­jes­tuo­sas moles de las serranías, el cintilar copioso, pro­li­fe­ran­te, del cielo estrellado, etc., etc. Todo esto, presumimos, creó en la mente zapoteca una idea de maternidad: la gravidez de las cosas ma­ni­fes­tán­dose por doquier. El parto siempre inminente cons­ta­tan­do una cosa: la acción del eros pagano que movido de brutal celo revelaba a cada paso su inagotable energía preñando con insólita violencia a las cosas. Surge la interrogación: ¿qué mente por poderosa que fuese, podría impedir el formidable impacto de semejante espectáculo? ¿mas aún tratándose de un pueblo de fina sensibilidad e imaginación vivísima como es el zapoteca? La analogía debía de imponerse: el principio es madre, es “parturienta de todas las cosas”.

Guenda pare todo: pare actos, pare pensamientos, pare al mundo y a Dios. Más aún, ¿de qué podemos hablar sino de lo que el ser pare? Todavía más: el ser (guenda) pare también al habla misma, pare a la palabra, pare al lógos.

Todas las cosas, dentro del pensamiento filosófico zapoteca, no son más que especies, formas o aspectos del ser; no son mas que vástagos, retoños, que pertenecen o dicen relación al ser. Y sólo bajo esta relación cabe hablar de ellas.

Pues bien, conociendo la manera como las cosas son; conociendo la manera como pertenecen o dicen relación al ser, se conoce el principio de donde proceden y el fin a que aspiran, es decir, se conocen sus causas. Y conocer las cosas por sus causas es lo que el mundo llama ciencia (guendanuna).

El gran Arquímedes necesitaba dónde sustentarse (dos moi pa stoo δῶς μοι πᾶ στῶ) para mover la Tierra (Kai tan gan Kinasoo καὶ τὰν γᾶν κινάσω). Nosotros, al igual que el físico famoso, también ne­ce­si­ta­mos en que sustentarnos para poder hablar de las cosas y dar explicación de ellas.

Pues bien, para los zapotecas esa base de sustentación es guenda madre o gozaana de todas las cosas.


Siguiente: V. El principio lógico-dialéctico.


Facebook Google+ Twitter