II. Los Vinnigulaza
Los zapotecas o vinnigulaza son, en la actualidad, uno de los pueblos más relevantes de México y junto con otros forma la admirable policromía étnica del Estado de Oaxaca. Más relevantes dijimos, en virtud de su gran obra cultural y técnica que, gracias a su formidable genio, llevaron al cabo en su glorioso pasado, en su vida remota de nación independiente cuando todavía Colaní, el oráculo, no introducía, con sus fatídicos presagios, la zozobra en sus espíritus.
Cedamos la palabra al doctor Don Nicolás León, arqueólogo michoacano, para que, con su voz autorizada, nos haga un breve pero conciso retrato de los Vinniguláza:
“Bravos e indomables en la guerra, como cultos y aventajados en las ciencias y en las artes, nos quedan aún monumentos que lo comprueban. El poderoso Emperador Mexicano en vano intentó esclavizarlos y sólo consiguió hacerlos sus amigos ofreciéndole a su Rey en matrimonio a la hermosa Pelaxilla o Coyolicaltzin su hija. Sus conocimientos en la táctica militar nos lo revelan las fortificaciones de Monte Albán y Tehuantepec y otros mil de que se encuentra sembrado aún hoy el Estado de Oaxaca. ¿Qué diremos de su genio artístico en vista de las soberbias ruinas de Mitla o Mictlan? Esto, más sus conocimientos astronómicos, régimen político y altura a que llegaron en la escritura jeroglífica, nos indican de un modo indubitable que marchaban al frente de la civilización americana”.
Palabras que han estado ratificándose ciertamente en el transcurso de los últimos tiempos.
Por ejemplo, según las últimas investigaciones arqueológicas realizadas en la Plataforma de los Danzantes en Monte Albán, Oaxaca, corresponde a ellos y no a los aztecas ni a los mayas, la invención del calendario (cocixo) pues la escritura de numerales más antigua de América se encuentra entre los zapotecas asociada con los días, meses, años del calendario. A este respecto, Don Alfonso Caso, autoridad en la materia, afirma “es indudable que esta escritura..., se usaba ya en Oaxaca varios siglos antes de la era Cristiana”. Y añade: “culturas tan adelantadas como la de Monte Albán, con construcciones de grandes edificios, escultura, cerámica muy compleja en cuanto a formas, barras y decoraciones y, sobretodo, con escritura y calendario ya formalizado, no pueden aparecer sino después de siglos de ensayos y transformaciones”. Y para remachar: “lo que asombra, sobretodo, en esta Ciudad Sagrada (Monte Albán), es el pensamiento que dirigió la Construcción, pues la distribución de los edificios no está hecha al azar, sino dentro de un plan perfectamente ideado y realizado”.
La verdad de las palabras del Dr. Alfonso Caso salta a la vista si consideramos, además, el hecho indiscutible de la difícil incorporación y asimilación del pueblo zapoteca respecto de las nuevas formas económicas y políticas, y de las nuevas concepciones del mundo y de la vida, indicio revelador de una cultura y una civilización personalísimas honda y fuértemente arraigadas desde antiguo. Con razón se llaman a sí mismos Vinnigulaza: los Antiguos.
A pesar de los sacudimientos telúricos, a pesar de los eclipses y perturbaciones celestes; a pesar de las conquistas, de las guerras y revoluciones, el espíritu zapoteca sigue incólume. Puesto a salvo por los poderosos númenes de Guiengola (célebre fortaleza de Tehuantepec, teatro otrora de hechos memorables), sigue viviendo en el corazón de México para dar testimonio de su noble estirpe y contribuir, con su grano de arena, a la gestación de una patria más grande y más augusta.