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Nacieron para adorar peces, mar, flores y frutos, después
se ofrecieron a santos católicos y ahora preservan la cultura zapoteca
y consolidan la economía local.
Ataviadas con el traje regional del Istmo, mujeres zapotecas lanzan regalos en
las calles de Juchitán durante la tirada de fruta.
Son las Velas del Istmo de Tehuantepec que en esta ciudad zapoteca
de Juchitán, alcanzan su máximo esplendor en el mes de mayo, cuando hombres y mujeres conviven
alegremente entre sones regionales y ríos de cerveza durante toda la noche y hasta el
amanecer.
Se estima que en el mes de mayo de este año, juchitecos y juchitecas, así como sus
invitados, habrán gastado más de 10 millones de pesos en la realización de 18 Velas con sus
respectivas tirada de fruta por las principales calles y lavada de olla en los
domicilios de los mayordomos.
"Las Velas del Istmo de Tehuantepec, fastuosos bailes nocturnos donde mujeres lucen huipiles y enaguas bordados por
mágicas manos de juchitecas, y lujosos collares
de monedas de oro hechas por orfebres zapotecas, refrendan año con año la cultura
istmeña y consolidan la economía local", dijo el escritor y poeta juchiteco Jorge Magariño.
Para quienes desconocen la cultura zapoteca, añadió el escritor, creen que mayo es el mes del
derroche. "No es así, porque el ahorro que durante un año hacen las familias juchitecas para
gastarlo en las Velas de mayo, se convierte en la principal derrama económica en el mercado
local".
Durante las 18 Velas de mayo, además de fiestas familiares como bautizos, XV años, primera
comunión y bodas, los juchitecos gastan, tan sólo en el consumo de cerveza, en números
redondos, tres millones de pesos.
Sin embargo, se estima que siete millones de pesos invierten las familias juchitecas en la
confección de sus trajes regionales -cada uno de ellos llega a costar como cuatro mil
pesos-, en la compra de bocadillos típicos que incluyen los huevos de tortuga y la hueva del pescado lisa,
los adornos de papel del escenario de la Vela o enramada y la adquisición de joyas como
lazos, cadenas, ahogadores y centenarios.
También en la compra de regalos, artículos de plástico en su mayoría, para
la tirada de fruta por las principales calles hasta llegar a la iglesia principal en honor al santo patrono "San
Vicente Ferrer", en la adquisición de flores, la contratación de las bandas de música, en el
vestuario del hombre y de los niños, la feria y el hospedaje en los hoteles que, según el director
municipal de Turismo, Mario López Hernández, tienen garantizado el 80% de su ocupación.
Esos recursos prácticamente circulan en el mercado local, puesto que hasta la humilde
vendedora de tortilla, totopo, iguana, armadillo, conejos y palomas, que se expenden en el
mercado "5 de Septiembre", reciben los beneficios de la derrama económica. Mayo, es el mes que presenta mayor circulante que predomina todo el año.
Hedonismo ejemplar
Para el poeta y escritor juchiteco, Macario Matus, las 18 velas del mes de mayo "son resultado
de rituales y adoraciones a la naturaleza" donde se vive "una orgía perpetua de danza, música,
vino e incienso".
"Es un hedonismo ejemplar donde se piensa que es mejor morir en plena fiesta que en la cama
enfermo. El amor a los placeres que proclamaba Epicuro, aquí tiene su templo y reinado",
escribió el ensayista, quien añadió que "las Velas originales tuvieron un fin pragmático: pedir
lluvia, mejor cosecha, mejor caza y vida".
En opinión de otros investigadores, las Velas de mayo son expresiones culturales
pagano-religiosas donde se mezclan ritos anteriores a la conquista y las manifestaciones traídas
por los españoles. Desde ese punto de vista, las Velas son fiestas mestizas producto de dos
culturas.
Así se explica porqué en esta ciudad de zapotecas hay Velas dedicadas al lagarto o Guéla be'ñe' y a los santos católicos como El Calvario, San Isidro Labrador, Angélica Pipi, Biadxi, y la
principal, dedicada al santo patrón de los juchitecos, la Vela San Vicente Ferrer.
Sin embargo, Macario Matus sostiene que "hoy en día, las Velas han perdido su significado
primordial, a pesar de que "son fiestas nocturnas donde se danza, se baila, se come y se bebe
en nombre de los árboles, las frutas y los animales".
Para otros, las Velas han evolucionado. No solamente se invoca a los dioses del maíz, el mar
y
el lagarto. Ahora hay Velas que celebran los oficios de los coheteros, a los pescadores, como
Guzebenda, o la Vela Santísima Tabernera, en honor a las vendedoras de cervezas en las
principales festividades y la Vela Cantarito, dedicada a los alfareros, y conocida también
como
Vela Mecha, porque enciende el grito de "A toda Vela" al iniciar el jolgorio de mayo.
La señora Vitoria Yan Regalado, con su vistoso y multicolor traje regional y sus prendas
de oro en el pecho, baila el son de la Llorona en la Vela San Isidro Labrador.
"A velear de nuevo"
En la última semana de las Velas, consideró Jorge Magariño, "los juchitecos se disponen a
navegar en las procelosas aguas de mayo".
Los mayordomos, socios y socias, las mantenedoras de la tradición, las "Guzána Goola"
revitalizan entusiasmo y fervor para preparar las Velas. Entonces "se avitualla la embarcación,
se remiendan las lonas, se revisan las junturas, se aviva el coloquio, se abrillantan los dorados
metales y se hinchan los pulmones para resoplar durante 30 días. ¡Hay fiesta en Juchitán! ¡A
toda Vela!", explicó Jorge Magariño.
Pedro Santiago Rasgado y su esposa Vitoria Yan Regalado son mayordomos de la Vela San
Isidro Labrador, de los campesinos. Recibieron la mayordomía hace un año, período en que
recolectaron el apoyo comunitario traducido en dinero y especie como huevos, pollos, cohetes
y velas.
Estimaron un gasto de 80 mil pesos para realizar la Vela, el convite de flores o tirada de
fruta, la misa y la lavada de ollas. "El dinero cuenta, pero para los juchitecos tiene un gran valor la
motivación espiritual de la fe y no podemos sustraernos de nuestras costumbres".
Como cada año, en este mes de mayo juchitecos y juchitecas están listos para "velear de
nuevo" en una pista cubierta de un "telón" enlonado que luce adornos de papel brillante, espejos
en algunos casos y arreglos florales de papel que le dan un toque "versallesco".
Durante las primeras tres horas nocturnas, las mujeres bailan entre sí o con sus esposos los
sones regionales de La Sandunga, La Petrona, La Llorona, El Fandango. Y hasta la madrugada
se deja escuchar el son regional 'Lucero de la Mañana' que anuncia el ascenso de nuevos
mayordomos responsables de la fiesta en el año venidero.
Mientras dentro de la Vela los hombres y mujeres beben ríos de cervezas sacadas de frías
hieleras semiescondidas entre más de 1,200 cartones de botellas de un cuarto de litro y los
escasos pero infaltables "taganeros" (los hombres que se estrechan con malicia hacia las
mujeres) "deambulan en el apretado tumulto", afuera las "taberneras" se dejan seducir por
hombres que forman eses al caminar.
¿Derroche o derrama?
Según estimaciones de los mayordomos, socios e invitados de las Velas, en mayo se gasta la
mayor parte del ahorro anual.
En el consumo de casi 35 mil cartones de cerveza de un cuarto de litro, los juchitecos erogan
poco más de dos millones 200 mil pesos, pero si se consideran unas 45 fiestas más, como
bodas, XV años y otras que se realizan en mayo, la suma aumenta a casi tres millones de pesos
por el consumo de 42 mil 200 cartones de cerveza.
Los 18 mayordomos aplican algo así como un millón 260 mil pesos, mientras que las
sociedades de las Velas erogan en total más de medio millón de pesos y entre los
aproximadamente 432 socios de las 18 Velas, que llevan invitados a sus puestos o mesas,
gastan dos millones 160 mil pesos. Las esposas e hijas de todos los mayordomos invierten 700
mil pesos en trajes regionales y joyas.
El sentido de reciprocidad, cooperación o valor comunitario de las Velas y las fiestas
zapotecas también considera un gasto o apoyo de las familias a los mayordomos con valor de
casi un millón de pesos.
Mientras que en cuatro días de fiestas paralelas a las Velas, como la feria, el festival del río, la
feria del totopo y otras actividades culturales del gobierno municipal, como la entrega del
premio nacional de poesía "Pancho Nácar", los juchitecos gastan aproximadamente dos
millones 300 mil pesos.
El escritor Jorge Magariño consideró que con excepción del consumo de
cerveza, el gasto mayor se convierte en una derrama económica de recursos frescos que motivan y estimulan la
economía del municipio durante el año.
"Al tiempo de que las Velas rescatan, difunden y preservan las expresiones de la cultura
zapoteca, también se convierten en detonadores de la economía de Juchitán, basada
fundamentalmente en el comercio", comentó.
"Cuartitos de cebada"
El escritor guatemalteco radicado en México, Carlos López anotó en su artículo "Cuartitos de
cebada", de la última edición bimestral de 1999 de la revista "Generación", que "Juchitán no
existe. Existen los juchitecos, SanVicente Ferrer, el parque y los pájaros, el mercado y las
vendedoras de iguana. Existen las calendas, los convites, las velas, los oros, el olor de las
juchitecas, el mezcal y los cuartos de cerveza".
Así es esta ciudad zapoteca de 150 mil habitantes compuesta mayoritariamente por
comerciantes, campesinos, pescadores y artesanos, dividida en secciones que
substituyen los barrios, que cuenta con un mercado que embriaga por sus colores y
sabores y donde las
mujeres predominan con códigos propios de comunicación para la oferta y
la demanda.
Las Velas de esta ciudad son únicas y singulares que algunas tienen "Lado Norte" y "Lado Sur",
producto de la división de los socios, como las Velas Angélica Pipi y San Vicente Ferrer, ésta
última la más importante, se fracturó a partir de 1961 por la diferencia de criterios de los socios
para recolectar fondos.
"Ahora lo importante es preservar la cultura" dijo Tomás Chiñas Santiago, mayordomo de la
Vela San Vicente Ferrer lado Sur, que dispuso fiestas por cuatro días, en clara competencia
con el mayordomo del lado Norte, el alcalde juchiteco Leopoldo de Gyves de la Cruz.
Las Velas de mayo se caracterizan por el sentido de cooperación de los socios e invitados,
quienes para ser partícipes, previa invitación formal, solamente cumplen con la tradición: Las
mujeres visten el colorido y costoso traje regional que simula un jardín cubierto de flores y
entregan una contribución económica y los hombres con pantalón negro, camisa
blanca y su riguroso cartón de cerveza.
Música y cerveza
En mayo, las oscuras noches de pronto se iluminan con luces multicolores de los cohetes y la
banda arranca las primeras notas de los sones. Desde los hogares, las juchitecas apuran a sus
esposos porque "llaman a la fiesta".
Así, entre bandas musicales llegan a las Velas los mayordomos entrantes y así regresan a sus
casas los mayordomos salientes, después de bailar incansablemente durante la noche y hasta el
amanecer junto con sus invitados.
Pero mayo no da tiempo para el descanso, porque horas después los mayordomos reciben a
los socios, capitanes y capitanas y acompañantes para iniciar el convite de flores o tirada de
frutas por las principales calles de la ciudad, precedidas por la desbocada carrera de un toro,
en un espectáculo de colores, velas, oros, incienso, trajes regionales, carretas adornadas y
miles de regalos buscadas por ansiosas manos de las personas que son capturadas en las
atarrayas del pescador al final del paseo.
Después de esa tarde donde en las calles corre el mezcal y la cerveza y se profundiza la música,
los mayordomos acuden a misa al día siguiente y al tercer sol cierran sus fiestas con otra fiesta
llamada "lavada de Ollas", donde todos bailan y beben hasta el anochecer.
Mayo se convierte así en el mes que contrasta la lógica del capital por el sentido
comunitario y de cooperación, donde se rechaza la acumulación y se derrama la inversión y el
placer para continuar, el próximo año, con el concepto de festividad, dinero, festividad, para
que el ahorro familiar de un año, culmine por ser gastado en un mes y contribuya al rescate de
la cultura zapoteca y fortalezca la economía de la ciudad.
¿Quién dijo que 10 millones de pesos es mucho? Esa es la cantidad que se derrama en esta
provincia del sur oaxaqueño en un mes de alegría desbordante.
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