Las Velas del Istmo, derroche de alegría

Reseña de Alberto López Morales

 

Nacieron para adorar peces, mar, flores y frutos, después 
se ofrecieron a santos católicos y ahora preservan la cultura zapoteca 
y consolidan la economía local.



Ataviadas con el traje regional del Istmo, mujeres zapotecas lanzan regalos en las calles de Juchitán durante la tirada de fruta.

Son las Velas del Istmo de Tehuantepec que en esta ciudad zapoteca de Juchitán, alcanzan su máximo esplendor en el mes de mayo, cuando hombres y mujeres conviven alegremente entre sones regionales y ríos de cerveza durante toda la noche y hasta el amanecer.

Se estima que en el mes de mayo de este año, juchitecos y juchitecas, así como sus
invitados, habrán gastado más de 10 millones de pesos en la realización de 18 Velas con sus respectivas tirada de fruta por las principales calles y lavada de olla en los domicilios de los mayordomos.


"Las Velas del Istmo de Tehuantepec, fastuosos bailes nocturnos donde mujeres lucen huipiles y enaguas bordados por mágicas manos de juchitecas, y lujosos collares de monedas de oro hechas por orfebres zapotecas, refrendan año con año la cultura istmeña y consolidan la economía local", dijo el escritor y poeta juchiteco Jorge Magariño.

Para quienes desconocen la cultura zapoteca, añadió el escritor, creen que mayo es el mes del derroche. "No es así, porque el ahorro que durante un año hacen las familias juchitecas para gastarlo en las Velas de mayo, se convierte en la principal derrama económica en el mercado local".

Durante las 18 Velas de mayo, además de fiestas familiares como bautizos, XV años, primera comunión y bodas, los juchitecos gastan, tan sólo en el consumo de cerveza, en números redondos, tres millones de pesos.

Sin embargo, se estima que siete millones de pesos invierten las familias juchitecas en la confección de sus trajes regionales -cada uno de ellos llega a costar como cuatro mil pesos-, en la compra de bocadillos típicos que incluyen los huevos de tortuga y la hueva del pescado lisa, los adornos de papel del escenario de la Vela o enramada y la adquisición de joyas como lazos, cadenas, ahogadores y centenarios.

También en la compra de regalos, artículos de plástico en su mayoría, para la tirada de fruta por las principales calles hasta llegar a la iglesia principal en honor al santo patrono "San Vicente Ferrer", en la adquisición de flores, la contratación de las bandas de música, en el vestuario del hombre y de los niños, la feria y el hospedaje en los hoteles que, según el director municipal de Turismo, Mario López Hernández, tienen garantizado el 80% de su ocupación.

Esos recursos prácticamente circulan en el mercado local, puesto que hasta la humilde vendedora de tortilla, totopo, iguana, armadillo, conejos y palomas, que se expenden en el mercado "5 de Septiembre", reciben los beneficios de la derrama económica. Mayo, es el mes que presenta mayor circulante que predomina todo el año.

Hedonismo ejemplar

Para el poeta y escritor juchiteco, Macario Matus, las 18 velas del mes de mayo "son resultado de rituales y adoraciones a la naturaleza" donde se vive "una orgía perpetua de danza, música, vino e incienso".

"Es un hedonismo ejemplar donde se piensa que es mejor morir en plena fiesta que en la cama enfermo. El amor a los placeres que proclamaba Epicuro, aquí tiene su templo y reinado", escribió el ensayista, quien añadió que "las Velas originales tuvieron un fin pragmático: pedir lluvia, mejor cosecha, mejor caza y vida".

En opinión de otros investigadores, las Velas de mayo son expresiones culturales pagano-religiosas donde se mezclan ritos anteriores a la conquista y las manifestaciones traídas por los españoles. Desde ese punto de vista, las Velas son fiestas mestizas producto de dos culturas.

Así se explica porqué en esta ciudad de zapotecas hay Velas dedicadas al lagarto o Guéla be'ñe' y a los santos católicos como El Calvario, San Isidro Labrador, Angélica Pipi, Biadxi, y la principal, dedicada al santo patrón de los juchitecos, la Vela San Vicente Ferrer.

Sin embargo, Macario Matus sostiene que "hoy en día, las Velas han perdido su significado primordial, a pesar de que "son fiestas nocturnas donde se danza, se baila, se come y se bebe en nombre de los árboles, las frutas y los animales".

Para otros, las Velas han evolucionado. No solamente se invoca a los dioses del maíz, el mar y el lagarto. Ahora hay Velas que celebran los oficios de los coheteros, a los pescadores, como Guzebenda, o la Vela Santísima Tabernera, en honor a las vendedoras de cervezas en las principales festividades y la Vela Cantarito, dedicada a los alfareros, y conocida también como Vela Mecha, porque enciende el grito de "A toda Vela" al iniciar el jolgorio de mayo.


La señora Vitoria Yan Regalado, con su vistoso y multicolor traje regional y sus prendas de oro en el pecho, baila el son de la Llorona en la Vela San Isidro Labrador.

"A velear de nuevo"

En la última semana de las Velas, consideró Jorge Magariño, "los juchitecos se disponen a navegar en las procelosas aguas de mayo". 


Los mayordomos, socios y socias, las mantenedoras de la tradición, las "Guzána Goola" revitalizan entusiasmo y fervor para preparar las Velas. Entonces "se avitualla la embarcación, se remiendan las lonas, se revisan las junturas, se aviva el coloquio, se abrillantan los dorados metales y se hinchan los pulmones para resoplar durante 30 días. ¡Hay fiesta en Juchitán! ¡A toda Vela!", explicó Jorge Magariño.

Pedro Santiago Rasgado y su esposa Vitoria Yan Regalado son mayordomos de la Vela San Isidro Labrador, de los campesinos. Recibieron la mayordomía hace un año, período en que recolectaron el apoyo comunitario traducido en dinero y especie como huevos, pollos, cohetes y velas.

Estimaron un gasto de 80 mil pesos para realizar la Vela, el convite de flores o tirada de fruta, la misa y la lavada de ollas. "El dinero cuenta, pero para los juchitecos tiene un gran valor la motivación espiritual de la fe y no podemos sustraernos de nuestras costumbres".

Como cada año, en este mes de mayo juchitecos y juchitecas están listos para "velear de nuevo" en una pista cubierta de un "telón" enlonado que luce adornos de papel brillante, espejos en algunos casos y arreglos florales de papel que le dan un toque "versallesco".

Durante las primeras tres horas nocturnas, las mujeres bailan entre sí o con sus esposos los sones regionales de La Sandunga, La Petrona, La Llorona, El Fandango. Y hasta la madrugada se deja escuchar el son regional 'Lucero de la Mañana' que anuncia el ascenso de nuevos mayordomos responsables de la fiesta en el año venidero.

Mientras dentro de la Vela los hombres y mujeres beben ríos de cervezas sacadas de frías hieleras semiescondidas entre más de 1,200 cartones de botellas de un cuarto de litro y los escasos pero infaltables "taganeros" (los hombres que se estrechan con malicia hacia las mujeres) "deambulan en el apretado tumulto", afuera las "taberneras" se dejan seducir por hombres que forman eses al caminar.

¿Derroche o derrama?

Según estimaciones de los mayordomos, socios e invitados de las Velas, en mayo se gasta la mayor parte del ahorro anual.

En el consumo de casi 35 mil cartones de cerveza de un cuarto de litro, los juchitecos erogan poco más de dos millones 200 mil pesos, pero si se consideran unas 45 fiestas más, como bodas, XV años y otras que se realizan en mayo, la suma aumenta a casi tres millones de pesos por el consumo de 42 mil 200 cartones de cerveza.

Los 18 mayordomos aplican algo así como un millón 260 mil pesos, mientras que las sociedades de las Velas erogan en total más de medio millón de pesos y entre los aproximadamente 432 socios de las 18 Velas, que llevan invitados a sus puestos o mesas, gastan dos millones 160 mil pesos. Las esposas e hijas de todos los mayordomos invierten 700 mil pesos en trajes regionales y joyas.

El sentido de reciprocidad, cooperación o valor comunitario de las Velas y las fiestas zapotecas también considera un gasto o apoyo de las familias a los mayordomos con valor de casi un millón de pesos.

Mientras que en cuatro días de fiestas paralelas a las Velas, como la feria, el festival del río, la feria del totopo y otras actividades culturales del gobierno municipal, como la entrega del premio nacional de poesía "Pancho Nácar", los juchitecos gastan aproximadamente dos millones 300 mil pesos.

El escritor Jorge Magariño consideró que con excepción del consumo de cerveza, el gasto mayor se convierte en una derrama económica de recursos frescos que motivan y estimulan la economía del municipio durante el año.

"Al tiempo de que las Velas rescatan, difunden y preservan las expresiones de la cultura zapoteca, también se convierten en detonadores de la economía de Juchitán, basada fundamentalmente en el comercio", comentó.

"Cuartitos de cebada"

El escritor guatemalteco radicado en México, Carlos López anotó en su artículo "Cuartitos de cebada", de la última edición bimestral de 1999 de la revista "Generación", que "Juchitán no existe. Existen los juchitecos, SanVicente Ferrer, el parque y los pájaros, el mercado y las vendedoras de iguana. Existen las calendas, los convites, las velas, los oros, el olor de las juchitecas, el mezcal y los cuartos de cerveza".

Así es esta ciudad zapoteca de 150 mil habitantes compuesta mayoritariamente por comerciantes, campesinos, pescadores y artesanos, dividida en secciones que substituyen los barrios, que cuenta con un mercado que embriaga por sus colores y sabores y donde las mujeres predominan con códigos propios de comunicación para la oferta y la demanda.

Las Velas de esta ciudad son únicas y singulares que algunas tienen "Lado Norte" y "Lado Sur", producto de la división de los socios, como las Velas Angélica Pipi y San Vicente Ferrer, ésta última la más importante, se fracturó a partir de 1961 por la diferencia de criterios de los socios para recolectar fondos.

"Ahora lo importante es preservar la cultura" dijo Tomás Chiñas Santiago, mayordomo de la Vela San Vicente Ferrer lado Sur, que dispuso fiestas por cuatro días, en clara competencia con el mayordomo del lado Norte, el alcalde juchiteco Leopoldo de Gyves de la Cruz.

Las Velas de mayo se caracterizan por el sentido de cooperación de los socios e invitados, quienes para ser partícipes, previa invitación formal, solamente cumplen con la tradición: Las mujeres visten el colorido y costoso traje regional que simula un jardín cubierto de flores y entregan una contribución económica y los hombres con pantalón negro, camisa blanca y su riguroso cartón de cerveza.

Música y cerveza

En mayo, las oscuras noches de pronto se iluminan con luces multicolores de los cohetes y la banda arranca las primeras notas de los sones. Desde los hogares, las juchitecas apuran a sus esposos porque "llaman a la fiesta".

Así, entre bandas musicales llegan a las Velas los mayordomos entrantes y así regresan a sus casas los mayordomos salientes, después de bailar incansablemente durante la noche y hasta el amanecer junto con sus invitados.

Pero mayo no da tiempo para el descanso, porque horas después los mayordomos reciben a los socios, capitanes y capitanas y acompañantes para iniciar el convite de flores o tirada de frutas por las principales calles de la ciudad, precedidas por la desbocada carrera de un toro, en un espectáculo de colores, velas, oros, incienso, trajes regionales, carretas adornadas y miles de regalos buscadas por ansiosas manos de las personas que son capturadas en las atarrayas del pescador al final del paseo.

Después de esa tarde donde en las calles corre el mezcal y la cerveza y se profundiza la música, los mayordomos acuden a misa al día siguiente y al tercer sol cierran sus fiestas con otra fiesta llamada "lavada de Ollas", donde todos bailan y beben hasta el anochecer.

Mayo se convierte así en el mes que contrasta la lógica del capital por el sentido comunitario y de cooperación, donde se rechaza la acumulación y se derrama la inversión y el placer para continuar, el próximo año, con el concepto de festividad, dinero, festividad, para que el ahorro familiar de un año, culmine por ser gastado en un mes y contribuya al rescate de la cultura zapoteca y fortalezca la economía de la ciudad.

¿Quién dijo que 10 millones de pesos es mucho? Esa es la cantidad que se derrama en esta provincia del sur oaxaqueño en un mes de alegría desbordante.

 

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